Friday, November 23, 2007

De jícaras y mojicones



Me resulta imposible, en el caso del Presidente de la Conferencia Episcopal y Obispo de Bilbao, no asociar su voz y su figura a la de un sacristán, personaje secundario, de "La casa de la Troya", la obra cumbre de Pérez Lugín. Al sacristán, hombre de generosos adipos, taimado y un tanto repulsivo, uno de los estudiantes le pregunta: "¿Qué, sacristan, renta o no renta?.
El sacristan daba buena cuenta de mariscos y postres, muy alejado de la frugalidad y mesura que aconsejan las cosas del espíritu.
Le habían invitado los estudiantes como pago a sus favores de intermediación en la lucha amorosa de Gerardo Roquer por ganar el corazón de Carmiña Castro Retén.
No diré yo que el señor Obispo de Bilbao sea el trasunto del invertebrado y procaz sacristán, pero cuando oigo y veo al purpurado presidente, no puedo evitar la asociación freudiana a la que antes me refería.
El señor Obispo, parece ser que ha pedido perdon o perdones, con ocasión de la Asamblea Plenaria Episcopal, por el papel de la Iglesia en la Guerra Civil. Ya resulta un tanto extraña la fecha de semejante palinodia, prácticamente superpuesta a la que el Vaticano ha empleado en reconocer a los mártires de la Cruzada, y empleo este término acuñado precisamente por la Conferencia Episcopal durante la contienda.
Pero hombre, señor Obispo, encima de que los asesinaban por su condición de sacerdotes, frailes, monjas o simplemente católicos, ¿se siente usted en la obligación de pedir perdón?.
Sus antecesores en la fé eligieron un bando que los protegía frente a otro que les asesinaba. Esa es la realidad.
No pida, su ilustrísima, perdon por los que lucharon y murieron. A esos no hay que perdonarlos, si acaso honrar su memoria dejándolos en paz y que cada uno oficie sus ceremonias a su modo y manera haciendo sonar el Himno Nacional, el de Riego o la Flauta Mágica, que como VI sabe inspiró a muchos de aquellos que redactaron la Constitución del 31, aquella que permitió se incautaran los bienes de los Jesuitas, prohibiera a la Iglesia católica ejercer la enseñanza o aminorar el celo de la Fuerza Pública, que llegó a las iglesias y conventos de Madrid, cuando la última tea ya se extinguía. No solo de Madrid. ¿Seguimos señor Obispo con el 34? ¿Con el 36?.
No se ponga de perfil monseñor, en estas cuestiones no se puede. Le calan a uno enseguida.
No se remonte, VI, a tan lejanas calendas y pida perdón en nombre de la Conferencia que preside y de la diócesis que pastorea y que ha visto asesinar a tanta gente, símplemente por sentirse española. ¡Qué silencio tan ominoso el de ustedes durante tantos años! !Cuanta falta de piedad!
¿A quien pretende usted convencer señor Obispo?. ¿Le acojona vivir en Bilbao?.
Cuando un servidor buscaba en los libros "la verdad" leyó un opúsculo que ha dado luz a muchos. Se llama "Camino"¿recuerda?. El "canon" 75 pide"...cubre de caridad las miserias que veas en tu padre, el sacerdote". Yo no puedo, señor Obispo, lo veo a VI como un funcionario tibio, componedor, pastelero e invertebrado, como el sacristán que le mentaba.
No se engañe, a la gente no se la convence ni con la guitarra de María Ostiz, ni con el bizcocho de Entrevías ni con perdones vergonzantes, ni mucho menos con silencios y ausencias cuando la sangre corre a borbotones.
Invite VI a Setien alguna tarde y charlen de sus cosas. Que el sacerdote/ayudante resuelva los pequeños problemas de intendencia. Seguro que a Setien le "sacará" un txacolí de batzoki y a VI, jícaras y mojicones.

2 Comments:

Blogger pardillo said...

Creo que estas en un error:
Su Ilustrisima ha hecho bien en pedir perdón por las atrocidades cometidas por los curas en la guerra civil,(sobre todo en Paracuellos) y no han hecho otra cosa que seguir el ejemplo de Fernando (¿católico o apóstata? la historia ya me confunde) cuando pidió perdón al cruzar el Narro por el paseo de Los Tristes caminito de la Alambra ;también exigió perdón Hernan Cortes a Juan de Salamanca cuando se cargó al jefe de los malos y el mismo mató a una Hartá de indios en Otumba, el gobierno de Italia por las atrocidades de Nerón y Caligula, y llevarse el oro del Bierzo, Cristo por expulsar a los mercaderes , del templo y dejarse matar luego por un quítame allá esas pajas, mi abuelo por batallar 5 años en Cuba contra unos insurrectos de nada, y sobre todo yo, pido perdón por no ser rojo y seguir siendo azul con la que cae por aquí en mi Betica .
Amigo contrapunto, siempre creí que el pardillo era yo, pero no, hay hasta curas mas que yo. Eso si, el capellán del Betis no piensa seguir el ejemplo de su superior y me dice que no va pedir perdón al Bilbao cuando le ganamos por el 75 la Copa del Generalisimo, O DEL Rey, o ...me da igual, que mientras mande callar a indios gilipollas sin que le pida perdón a posteriori...¡Esta si es mi copa cohone¡

12:50 PM  
Blogger Mola said...

¿Cuántos venderían su alma al diablo por poder cambiar la Historia de España?. Pero por mucho que se empeñen no conseguián cambiarla,aunque es evidente que manipularla, tergiversarla y falsearla está totalmente de moda entre los partidarios de lo "políticamente correcto", con el consiguiente daño para las generaciones futuras. No hay más que leer los informes que El Mundo ha publicado en estos días sobre los libros de texto.¿Porqué no seremos capaces de asumir nuestra historia sin mas...?

2:51 AM  

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