Wednesday, August 01, 2007

Cecill P

Es de sobra conocida la sensación extraña que sufren nuestros jóvenes cuando un niño les encasqueta por primera vez el "usted". A algunos de ellos, pocos, les hace sentirse importantes, pero los mas, sucumben a este primer embate al síndrome de Peter Pan colectivo que les atenaza. Coño, dicen, este gilipollas de niño me ha llamado viejo.
Pues que se vayan preparando, a partir de ese infausto momento, la sociedad, los publicistas, los seguros y hasta la cibernética se van a encargar de recordarles lo efímero del tránsito por este puñetero lugar llamado mundo.
Y a pesar de las fatiguitas del diario acontecer, le tenemos apego a este trasiego de amores, desamores, éxitos, fracasos, decepciones, rutina y cuantos estímulos de toda laya nos hacen sentirnos vivos. Los Sabandeños lo explican muy bien:" ...y sin embargo me duele decirle adios a la vida, esa cosa tan de siempre, tan dulce y tan conocida..."
Pero la ofensa infligida a ese jovenzuelo impertinente que cree que la juventud le ha sido otorgada en exclusivo y personal privilegio es poca comparada con la que sufrimos los provectos padres y abuelos de familia cuando un extraño y lejano poder sinárquico hace uso de unos datos filiativos que yo no sé quién coño se los proporciona.
Querido amigo/amiga, dime si no es para darse contra la pared mas próxima la publicidad y los emails que quien ésto escribe ha recibido últimamente: Un cabrón con pintas en el lomo apellidado Taylor deposita en mi correo publicidad sobre un artilugio mecánico diseñado para alargar el pene; me llega publicidad via correo ordinario sobre unos magníficos audífonos destinados a paliar las dificultades de audición, que segun el hijoputa del analista de mercado, los de mi quinta padecemos inequívocamente. Otro guiri me deja un emilio cantándo las maravillas de una pócima que prolongar el placer sexual y hace mención a no sé que coño de cinco partes. Debe de ser algo así como un polvo a plazos, digo yo.
Para no cansarte, termino la incesante retahíla de impertinencias con la publicidad de un Seguro de Decesos y hasta el excesivamente correcto tarjeton de "El Corte Inglés" que con puntualidad prusiana me recuerda cada Septiembre que tengo un taco mas.
Así que a mi edad sólo queda morirse o inventarse una vida ficticia. Hacer cositas. Inglés, informática, bailes de salón...O incluso descubrir la disciplina como hiciera no hace mucho Julio Iglesias o usar de la austeridad de Telva(la de antes) con consejos evangélicos tan profundamente sabios como los de Pilar Urbano que mete los mendrugos de pan duro en un bote para comérselos al día siguiente. Algo hay que hacer.
Dicen tambien los Sabandeños:" Manuel Flores vá a morir, esa es moneda corriente, morir es una costumbre que suele tener la gente". ¡Qué costumbre mas cabrona...!
¿Qué por qué titulo este artículo Cecill P.? Porque afortunadamente he recibido un email precioso firmado con ese nombre en el que me dice cosas verdaderamente entrañables. Y no vende nada. De momento.