MANOLO ESCOBAR
Manolo Escobar ha sido la kontracultura de la derecha sin él mismo saberlo. Mientras en España se maquinaba el frente musical, Manolo, con una sencillez insultante cantaba a las cosas corrientes, mas allá de los mensajes subliminales o explícitos de aquellos, que al viejo estilo marxista, proclamaban que el arte o sirve a la clase trabajadora o no es arte. Manolo siempre fué un marxista transversal, capaz de gustar a los propios trabajadores o a los directores generales por mucho que trataran de ocultarlo.
Luego llegaron los hijos y ese es otro cantar. Huyeron de Manolo como vestigio de padres a los que se niega el saludo por simples, por rústicos. Y se aferraron en su R 12 al bakalao, porque el frente musical, el comando de la cosa única, les decía lo que tenían que escuchar.
Manolo y Conchita han sido los novios de España. Los periodistas progres dicen que de una España en blanco y negro, como si el sol hubiera nacido con Felipe Gonzalez y se hubiera creado un eficaz ministerio de la Felicidad, como ahora en la Venezuela de Maduro.
Manolo ha sido el cine de barrio permanente, capaz de ponerte en el careto una sonrisa , y en el oído una melodia sin pretensiones, que te ha acompañado a través de los años sin sentir la necesidad de irte a la barricada con las manos impregnadas de gasolina. Simplemente poniendo el despertador a las siete y yéndote a trabajar como todos los lunes, como un bendito.
Los no comprometidos estamos de luto, por Manolo, por Alfredo...otros se frotarán las manos porque hasta en esto de la música se libran batallas ideológicas. De ahí lo del frente musical.
Seguro que al juez español que ha asesorado al TSDH no le gusta Manolo Escobar. A mí tampoco me gusta él.
Manolo Escobar ha sido la kontracultura de la derecha sin él mismo saberlo. Mientras en España se maquinaba el frente musical, Manolo, con una sencillez insultante cantaba a las cosas corrientes, mas allá de los mensajes subliminales o explícitos de aquellos, que al viejo estilo marxista, proclamaban que el arte o sirve a la clase trabajadora o no es arte. Manolo siempre fué un marxista transversal, capaz de gustar a los propios trabajadores o a los directores generales por mucho que trataran de ocultarlo.
Luego llegaron los hijos y ese es otro cantar. Huyeron de Manolo como vestigio de padres a los que se niega el saludo por simples, por rústicos. Y se aferraron en su R 12 al bakalao, porque el frente musical, el comando de la cosa única, les decía lo que tenían que escuchar.
Manolo y Conchita han sido los novios de España. Los periodistas progres dicen que de una España en blanco y negro, como si el sol hubiera nacido con Felipe Gonzalez y se hubiera creado un eficaz ministerio de la Felicidad, como ahora en la Venezuela de Maduro.
Manolo ha sido el cine de barrio permanente, capaz de ponerte en el careto una sonrisa , y en el oído una melodia sin pretensiones, que te ha acompañado a través de los años sin sentir la necesidad de irte a la barricada con las manos impregnadas de gasolina. Simplemente poniendo el despertador a las siete y yéndote a trabajar como todos los lunes, como un bendito.
Los no comprometidos estamos de luto, por Manolo, por Alfredo...otros se frotarán las manos porque hasta en esto de la música se libran batallas ideológicas. De ahí lo del frente musical.
Seguro que al juez español que ha asesorado al TSDH no le gusta Manolo Escobar. A mí tampoco me gusta él.