Sunday, November 17, 2013

                                                            Matar a un perro


Soy consciente de que me dejo muchos asuntos en el tintero, asuntos que requieren un tratamiento serio y una capacidad de innovación literaria de la que carezco en este momento. ¿Qué de nuevo se puede decir de la salida de las cárceles de ese aluvión de alimañas? Nada, está todo dicho. Tampoco de la hedionda huelga de Madrid,salvo esa fijación de Jimenez Losantos por ver al Ejército oficiando de barrendero. No se me ha olvidado la lucha contra el aborto y ese grupo de militantes con sus vergüenzas al aire otoñal como indignadas que ven sus úteros profanados por no sé qué rosarios.
Hay muchos asuntos ya digo. Pero hoy quiero, en esta tarde de domingo que ya declina lentamente hablar  de una perra. No es ninguna ironía.
Un primate, un bípedo implume, ha atado las patas de una perra y la ha tirado al río Sar. Si, la dulce Galicia también dá especímenes de este porte. Pero esta historia de inicio truculento ha tenido un final feliz:la perra ha sido salvada por un jóven que la ha prohijado.
He visto una fotografía de ambos y los ojos del animal reflejaban todo el agradecimiento del mundo.
¿Cual habrá sido el delito cometido por la perra? Quizá no haya delito y sí una macabra equivocación al asociar su existencia a la de un malvado. Lo decía con mucho sentimiento Rafael Farina:"..alma de tirano, corazon de hierro, maldita sea la mano que mata a un perro".
PD. Mi perro Otto, boxer blanco, tranquilo y cuyo único afán era ser rascado ha muerto recientemente. Aunque muchos no lo entiendan ha dejado un vacío enorme. Seguro que está en la nube de los buenos canes esperando a esta pobre perra que ni siquiera tiene raza.